lunes, 17 de septiembre de 2007

¿Y eso era ser muñeca?






El rosa y el blanco se convirtieron en la obsesión de Cielo, y es que desde aquel momento en que vio a esa bailarina de porcelana en Liverpool, quedó enamorada.
Ese día fue accidental, su madre como de costumbre la había mandado a los juguetes porque, a pesar de que Cielo ya contaba con muchos más otoños sumados a las quince primaveras, ella contaba con una hermanita más pequeña.
Cielo era una chica muy inteligente y a la vez contaba con una belleza natural, sin embargo, la belleza de la bailarina, la había dejado pasmada. No podría llamarse envidia lo que la chica sintió en ese momento, sino más bien admiración y rencor hacía aquel objeto tan increíble.
Los días pasaron y Cielo no dejaba de pensar en la bailarina, se veía tan delicada y sofisticada, tierna y a la vez con esa esencia tan llamativa para los hombres. “Si yo fuera como ella sería tan perfecta” pensaba todas las mañanas. Estos pensamientos que en su momento fueron solo un sentimiento de admiración se comenzaron a convertir en obsesión, la cual aumentó cuando descubrió que habían más muñecas así. Todas las noches, Cielo buscaba a estas diosas de porcelana en internet para poderse vestir como ellas, en su diario escribía cuentos y relatos fantásticos acerca de ellas, antes de dormir rezaba para poder ser una de ellas e incluso comenzó a hacer conjuros y brujerías que le permitieran ser una de ellas.
Entre brazaletes, tatuajes e infinidad de conjuros, un día no se sabe cómo, Cielo despertó siendo por fin lo que anhelaba. Esa mañana abrió los ojos y vio como su cuerpo brillaba, sus zapatos eran divinos y su vestido tan aterciopelado que no lo podía creer. Poco a poco se fue adaptando a su nuevo cuerpo y a su nueva complexión y belleza, bailaba de felicidad, saltaba y siempre sonreía.
Pasaron muchas horas hasta que Cielo se dio cuenta que se encontraba en un aparador; ella trato de salir pero no podía. Asustada y aterrada volteó la mirada hacia abajo y observó que debajo de ella se encontraban los dulces, Cielo se sintió aliviada al saber esto, tan siquiera no se moriría. Pero cuando llegó a la parte de las delicias Cielo se sintió tan frustrada de ver que no podía comer nada pues era una muñeca de porcelana; trató de llorar pero ni eso pudo, porque era una muñeca de porcelana.
Cielo estaba triste y no era para más, ya no quería ser una bailarina, ya no quería ser bella, simplemente quería ser ella misma, pero era tarde, esto ya no era posible; trató de romper el cristal pero la chica era tan frágil que su manita se quebró.
La noche llegó y ella durmió con la esperanza de volver a ser lo que antes era.
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